lunes, 30 de julio de 2007

Vergüenza o premio. Son lo mismo.

Últimamente he estado reflexionando acerca de los premios en el mundo del audiovisual. Vaya por delante que no he llegado a ninguna conclusión; a ninguna conclusión sana, por lo menos. Y es que, navegando en un rato libre, he topado con una frase del afamado Syd Field, el gurú del guión norteamericano: 'Crash tenía unos importantes fallos de guión y ganó un Oscar'. Y una de dos, o el hombre se equivoca con respecto a los supuestos fallos del guión de la película o estamos ante unos premios que se otorgan con otros criterios, importando poco la calidad de lo premiado. Disyuntiva complicada a priori. Así pues, vamos a revisar la lista de los últimos ganadores del oscar al mejor guión, para ver si localizamos alguna tendencia o pauta.
Año 2002. Ganador del oscar, Hable con Ella, de nuestra megaestrella internacional P. Almodóvar (Lo escribo con P. porque Penélope ya se encargó en cierta ceremonia de recordarnos a todos su nombre a gritos, y de paso, dar la imagen en todo el mundo de lo verdureros que somos los españolitos). Creo que sin comentarios. Probablemente era el mejor guión del año, por encima de Gansters de Nueva York.
Año 2003. Lost in Translation. Película que posee defensores y detractores por igual, pero en la que todo el mundo coincide en una cosa: El guión no tuvo una extensión superior a 20 páginas, y no contaría gran cosa si no lo hubiesen puesto todo los actores (y aún así, discutible).
Año 2004. Olvídate de mí. En fin, todos conocemos a Charlie Kaufman. Grande para algunos, y aburrido para otros. Para la academia, el mejor guión, por encima de El Aviador, Los Increíbles o Hotel Ruanda.
¿Un veredicto? Que puede que la tendencia culmine con la "Academia" premiando el último guión de Santiago Segura, algún Torrente o similar. Mientras él pronuncie su discurso yo estáre vomitando salchichas como cada ceremonia, porque no puedo con ello. Si algún día se me premia con un Oscar, pienso hacer lo mismo que Eminem (otro "ilustre" compositor premiado; la música es otro apartado que me repugna igualmente en la ceremonia): No ir a recogerlo. Mandar al mayordomo o al cuñado vago, que chapurree dos tonterías en inglés y que lo traiga para Madrid. ¿Y dónde colocarías el premio? Algún excéntrico lo puso en el cuarto de baño. Demasiado honor. Yo lo fundiría para hacerme un brillante cenicero.

domingo, 29 de julio de 2007

Azcona me invita a un cafe



Así es, queridos lectores. Casi por casualidad y sin querer me encontré de buenas a primeras frente a la barra del mítico Café Comercial de madrid, junto al maestro de maestros, el riojano Rafael Azcona (guionista, como todos sabeis, de las mejores películas que ha dado nuestro cine, tales como Plácido, El Verdugo, La Escopeta Nacional...). El círculo a su alrededor se completó junto al ilustre Luis Alberto Cabezón, miembro de la productora Kabemayor P.C y el joven realizador madrileño Manuel Eiras.


Resultó una charla animada, llena de anécdotas y con multitud de consejos procedentes de Rafael que traté de memorizar de inmediato, y que paso a describiros para que todos podais disfrutar de ellos. Al fin y al cabo, la sabiduría es un ente de carácter público.



Azcona recomienda siempre dirigir las propias historias siempre que se pueda. De lo contrario, uno puede escribir que "una mano abre un cajón" y luego ver en la pantalla "un dedo aprieta un gatillo". Lo segundo, y quizá más importante, fue que todo buen guión debería estar plagado de verbos, siendo parco en adjetivos. Acción, acción y más accion. Las descripciones para los novelistas.



Ya por último, y para cerrar la sesión, Rafael nos reprodujo una de las frases más repetidas por los productores con los que ha trabajado en su vida, refiriéndose a los guiones: "Le falta una vuelta. Revísatelo".¿Lo más indignante? Que ni siquiera se lo han leído.



Gracias por el café, Rafa. La próxima la pago yo.



jueves, 12 de julio de 2007

Triste Alatriste



Estamos de enhorabuena. Por fin el sufrido espectador español encuentra lo que en lo mas profundo de su interior busca cuando saca una entrada de cine (tan interior que nunca se acabará de reconocer): Un presupuesto descomunal para que el espectáculo de la gran pantalla colme todos nuestros deseos. Una historia épica que promete poner los pelos de punta. Una reputación sobrada como novela histórica de un quizá sobrevalorado Pérez Reverte. Y, por encima de todo, encontrar por fin una pequeña puertecita con la esperanza de que al abrirla, descubriremos una nueva manera de hacer cine. El cerrojo está echado y tenemos la llave. Así pues, entremos.


Como decíamos anteriormente, al comprar la entrada parece que se siente como algo "especial". Esto no es como cuando reservas butaca para una torrentada o una Almodovarada. Esto es diferente. La sala parece más grande. La silla sospechosamente más cómoda. Incluso hasta deja de molestarte el insoportable crujir de palomitas que emite tu efímero vecino de butaca. Todo está dispuesto. Las luces caen y comienza el carrusel de imágenes. El cambio. La nueva manera de hacer películas en españa.


Como en un buén combate de boxeo, un directo en la cara tras el gong de salida puede ser mortal de necesidad. Y no es que Viggo Mortensen se haya calzado los guantes. Es el primer regalo con el que nos obsequia el director de casting en forma de golpe bajo. La elección del argentino como protagonista cae de un plumazo en el momento en el que sus cuerdas vocales se tensan para emitir sonidos y tratar de imitar un acento que no posee, convirtiéndolo constantemente en la caricatura de un alcohólico incapaz de mantener una conversación sin reirse de él. La primera, en el minuto primero. En la cara.


Y es que, sufridos espectadores, lo que no sabíamos cuando decidimos hacer cola en la taquilla es que recibiríamos una paliza increíble. Asalto tras asalto, secuencia tras secuencia. Lo siguiente que experimentaremos será un profundo sentido de desorientación. No nos enteraremos de lo que pasa, nos haremos las típicas preguntas de "¿Por qué hace esto?", "Y ese ¿Quien es? ¿Qué pinta en la historia?", miraremos el reloj constantemente y nos aburriremos sin remedio. No es que estemos noqueados (aún no, lo mejor, como siempre, para el final). Es que la película nos muestra una absoluta carencia en el aspecto de guión. No hay narración al uso. Las cosas ocurren porque sí y punto, sin elementos que las provoquen, y, los escasos que hay, no están explicados. Quizá piensen que con un par de combates de metal consigamos olvidarnos de esto. Pero, amigos profesionales del cine, si no hay identificación por parte del que paga, nadie hablará de la peli cuando salga. Realmente nos da igual lo que le pase a Alatriste o a cualquiera de sus compañeros. Dos horas de planos bonitos, uno detras de otro. Como ver dos horas de fotos que nada tienen que ver entre sí. Multitud de golpes distintos.


Pero ya lo decía mi humilde pluma: lo mejor siempre para el final. Tenemos dos maneras de resolver este combate. Del lado de los que se han leído las novelas o del lado de los que no. Estos últimos, una vez llega el final, lo único que tienen en mente es volver a casa a ver cómo han quedado los partidos del domingo. Una peli más que olvidarán mañana. Del otro lado (entre los que me encuentro por desgracia), los sufridos lectores, que han tenido doble ración de golpes, pues delante de sus ojos ha pasado una historia diferente. Una adaptación absolutamente libre que no sólo no respeta al original novelístico, sino que lo degrada y denigra en un final triste, facilón, absurdo, imposible. Un, dos, a la lona.


La pregunta es ahora si después de la cuenta hasta diez del árbitro nos seguirán dando ganas de comprar una entrada en el futuro para que nos vuelvan a apalear. Quién sabe. El gran espectador es siempre masoquista por naturaleza.


miércoles, 4 de julio de 2007

Kabemayor: Pronto habrá novedades.



Sí, amigos. La productora audiovisual riojana con más proyección prepara grandes novedades. Permaneced a la espera porque pronto tendréis noticias frescas y jugosas de nuestras actividades que, cómo no, son también las vuestras. También estamos preparando nuestra web definitiva, que trataremos que sea como nuestro segundo hogar. Y ahora, como decían los trailers en mis tiempos de juventud, novedades...



.......Coming soon